lunes, 2 de octubre de 2017

Las fiestas de Piqueras del Castillo hace más de 300 años

No me canso de decir que Piqueras del Castillo es un pequeño pueblo con una gran historia, y desde luego cada vez que vamos analizando con mayor detalle su pasado, vemos como este hecho se confirma y consolida.

En esta ocasión me gustaría dedicar unas líneas a una memorias capitulares de la iglesia, que datan del año 1716, y que encontramos en uno de los muchos libros eclesiásticos referentes al municipio, presentes en el Archivo Diocesano de Cuenca. En el se efectúa una relación de días festivos, algunos de los cuales todavía siguen recordándose, muestra de que estamos ante tradiciones, que cuentan con un largo recorrido.

En sus hojas se detalla cada uno de estos actos por meses, tal y como solía hacerse en la mayoría de los libros parroquiales, precisando la fecha, onomástica, así como las personas que lo patrocinaban y otra serie de informaciones de enorme interés.

Nada más empezar el año, vemos como era un acontecimiento local el día del nombre de Jesús, es decir, el 3 de enero. La documentación nos dice que se celebraba una fiesta con una misa, que en su día dejó Domingo Martínez, así como otra pagada por la señora María de Reyllo, y cuyos descendientes herederos debían seguir realizando, como poseedores de los bienes que ésta les dejó.

Comentar que los Reyllo son una de las grandes familias de la pequeña nobleza conquense, que consolidó una estrecha relación con las élites rurales, en algunos casos titulada, tal y como serán los Ruiz de Alarcón. Igualmente decir que este linaje ostentó el control de la alcaldía de Piqueras desde finales del siglo XVI, así como se posicionó entre una de las familias más potentes con las que contó el municipio ya desde inicios del siglo XVII, tal y como lo corrobora la documentación local. (Para conocer con mayor detalle alguna de las líneas genealógicas de los Reyllo, adjunto este articulo publicado hace escasas semanas en al revista digital “el Fortí”, sobre los Reyllo de Buenache de Alarcón: https://www.slideshare.net/ElForti/revista-septiembre-79363899).

La siguiente festividad que seguía en importancia, era la del día de San Sebastián (20 de enero), y que consistía en una procesión que culminaba con una misa hasta la ermita del pueblo. Decir como curiosidad que además de las dos agrupaciones religiosas con las que desde antaño contó la población, y que se veían representadas por su mayordomo, la ermita de San Sebastián tuvo también su propio mayordomo.

Entrado el mes de febrero, el día 2 se celebraba la fiesta de la Purificación. Acto religioso que como era habitual iba acompañado con una misa.

Llegados a marzo otra de las grandes jornadas era la procesión y misa que se efectuaba el día 25, en honor a la Encarnación de Nuestro Señor. Dicha festividad era pagada por el mayordomo de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario.

Durante el mes de abril, vemos como ya goza de enorme simpatía el día de San Marcos Evangelista (25 de abril), y en donde se realizaba una procesión donde se bendecían los hitos municipales que marcaban los lindes de Piqueras mientras se iba cantando las letanías.

Poco después, y ya desde el inicio de mayo, el día 3, se realizaba la fiesta de la Santa Cruz o también conocida con el nombre de “la cruz de mayo”, en la que el mayordomo decía la misa por el Cabildo así como al día siguiente pagaba un réquiem nocturno.

Iglesia de Piqueras del Castillo. Fuente: verpueblos.com

Dependiendo del calendario litúrgico también podía caer en ese mes el día de la Ascensión, lo cual iba seguido de las diferentes celebraciones que marcaban el desarrollo de las fiestas pascuales, y que se efectuaban 40 días después del Domingo de Resurrección, el cual solía caer en el mes anterior, y donde se realizaba una procesión solemne por la localidad.

Igual de importante era la procesión del Corpus Christi, y que como decimos, iba variando cada año.

Entrado el mes de junio, no vemos que se destaque el desarrollo de grandes fiestas, aunque si algunas misas, que recaían en los cargos heredados de los descendientes de aquellas familias que habían adquirido propiedades de sus ancestros.

Tras la entrada de julio uno de los grandes días es la celebración de Santiago Apóstol (25 de julio). Una festividad cargada de enorme simbolismo, si tenemos en cuenta que Piqueras es una localidad en la que abundaron gentes que durante la reconquista eran miembros descendientes de cristianos viejos que se asentaron en el lugar, y cuyo origen queda sellado a través de algunos de los apellidos que todavía hoy existen ente sus habitantes. Durante esta jornada se decía una misa por el pueblo, siendo pagada por los mayordomos de la Iglesia.

En el mes de agosto vemos que la hoja del documento presenta un estado bastante deteriorado, lo cual nos imposibilita leer con claridad la celebración de un acontecimiento, pero que intuimos que sería destacado, por la cifra de misas que lo acompañan. Creemos que una vez que podamos leer más documentación municipal, quedará despejado este interrogante. Lo que si sabemos con certeza es que el día de la Asunción (15 de agosto), en el pueblo se realizaba una procesión, tal y como refleja el documento.

Durante septiembre otra de las grandes jornadas era la festividad de la Natividad de Nuestra Señora, donde se efectuaba una procesión, así como se celebraba una misa por las memorias de las tierras que habían dejado los vecinos. Antes de que acabara el mes, el día 29, el Licenciado Miguel Abad, dejó el pago de una misa cantada, que recaía anualmente sobre el que era el capellán de la localidad.

Ya en octubre, tenemos que el primer domingo de ese mes, cada año se realizaba la fiesta del Cabildo de Nuestra Señora del Rosario, respaldada por los cofrades de dicha agrupación. En ella se efectuaba una procesión, con misa cantada, que al día siguiente finalizaba con un réquiem, y que corría a costa del mayordomo. Pensamos que esta era una de las fechas más remarcadas del calendario litúrgico de Piqueras, debido a la devoción que ha existido hacia la Virgen del Rosario, de acorde a la documentación que he podido ir leyendo durante estos años.

Será el mes de noviembre uno de los más tranquilos, donde pensamos que además del Día de Todos los Santos, se desarrollaba cada primer domingo de modo anual, la fiesta de la otra cofradía local (la de la Vera Cruz).

Ya para despedir el año, vemos como durante el mes de diciembre, la agenda festiva volvía a coger fuerza, así el día 8 era obligada la celebración del día de la Purísima, y que se acompañaba con una misa por el pueblo, corriendo en este caso a cargo del mayordomo de la cofradía de la Santa Vera Cruz.

Remarcar que el día 18 de diciembre Alonso López dejó una fiesta, con misa cantada y otra rezada. Y aunque no hemos leído nada referente al día de Navidad, sería como norma habitual, la celebración de la Misa del Gallo, en la medianoche (o poco antes) de Navidad.

Valgan pues esta líneas, como un testimonio más que nos permite reconstruir con mayor detalle, el desarrollo de las fiestas que tradicionalmente se han ido celebrando en Piqueras del Castillo.

David Gómez de Mora

El escudo de Vinaròs. Toponimia y heráldica

La reciente restauración de la antigua casa de la villa junto con la fachada de su portal que da acceso a la calle del Rosario, ha permitido en su zona interior, el hallazgo de una pintura que representa el escudo de Vinaròs. Se trata de una obra que a tenor de su ejecución, pudo ser realizada por un artista de ámbito local. En ella se aprecian dos niños alados -puttis-, encargados de sostener un escudo coronado de la localidad, apareciendo en la parte izquierda del mismo una cepa, así como en la zona derecha un ala (ambos los elementos característicos de nuestra heráldica municipal). Justo encima de ellos, puede leerse la leyenda “VINA D ALOS”, en alusión a la tradición local que ubica el linaje catalán de los Alòs en este lugar durante la reconquista. 

El topónimo Vinaròs ofrece una etimología, que para nosotros nos conduciría hasta la cultura beréber, haciéndolo descender de la forma Beni-al-Arós. Una hipótesis en la que creemos muchos historiadores, y cuyo proceso formativo se extiende por buena parte del territorio valenciano, tal y como pudo suceder sin ir más lejos con nuestros vecinos, así los Beni-Gazló fueron quienes pudieron dar nombre a la actual ciudad de Benicarló.

Ahora bien, hasta fechas no muy lejanas, tal y como se puede leer en Borràs Jarque, se mantenía la hipótesis de que el nombre de la localidad, podría haberse creado a través de la unión del sustantivo viña (por la abundancia de este cultivo en el lugar) y su consiguiente donación a un miembro del linaje Alòs. Un juego semántico que durante tiempo ha sido motivo de discrepancias.

He aquí el “dilema” de la cuestión. Entrecomillo irónicamente la palabra dilema, puesto que en realidad no hay motivo para ello. Ya que estamos hablando de dos temas absolutamente diferentes, pues una cosa es el topónimo de nuestra ciudad, y otra muy dispar, es la historia del escudo municipal.

¿Y qué tendrá que ver una cosa con la otra?

Aquí radica el gran problema y fuente de tantas confusiones...; para nosotros está muy claro. El nombre de Vinaròs es una cuestión, que nada tiene que ver con la de su escudo. Lo que sucede es que en algún momento de nuestra historia, alguien se encargó de relacionar ambos elementos, llegando a la conclusión, de que por activa, la existencia de una teoría, debía invalidar automáticamente las restantes. Enorme error, si tenemos en cuenta que estamos tratando temas distintos, ya no sólo por su tipología, sino que incluso por su cronología.

Como decíamos, el topónimo, parece ser que se podía asociar a la cultura islámica, y que como bien es sabido, estuvo poblando toda nuestra zona durante los siglos anteriores a la creación del Regne de València proyectado por Jaume I. Si no teníamos bastante con la presencia de topónimos musulmanes, restos arqueológicos en la zona interior del término y lugares habitados permanentemente como fue el caso de Peníscola, hace unos años atrás, el asunto se consolidó con el hallazgo de unos huesos en la plaza parroquial, que gracias a la datación del carbono-14, confirmaron la presencia de vida en este lugar durante la época de la instalación musulmana (siglos X-XI). Partiendo de estos datos, ya no es descabellado pensar que en algún momento entre los siglos VIII-XI, una comunidad rural de pobladores bereberes diera nombre a una alquería, que con su respectivo cambio y evolución etimológica, adoptaran los nuevos pobladores cristianos de la primera mitad del siglo XIII.

Otro tema es el del escudo, cuestión que como reitero, es absolutamente diferente. Tengamos en cuenta que no todos los municipios poseían un emblema heráldico, sin ir más lejos, hay muchísimos enclaves de nuestro país que han ido creándolos a lo largo de las últimas centurias, e incluso décadas. Además hemos de aclarar que desde sus inicios, la heráldica no fue precisamente una ciencia exacta, y por lo tanto, esto ya de por sí ofrece un amplio abanico de posibilidades a la explicación del origen de muchos de los escudos que conocemos. Motivo de mayor interés, para abordar el caso del de Vinaròs.

A la pregunta ¿desde cuándo posee Vinaròs un escudo?, no podemos contestar de manera rotunda, ya que no conocemos hasta la fecha un documento en el que se especifique una asignación de armas o emblema heráldico que sirva para representarla. De lo que si estamos seguros, es que el escudo que hoy empleamos, ya aparece tras el final del medievo. La prueba la tenemos en una clave de las caballerizas de la ermita, y cuya fecha lo remonta a mediados del siglo XVI.

Tampoco quisiéramos olvidar la presencia de un escudo dentro de la Arxiprestal, y que algunos historiadores locales dicen que procedería de la anterior iglesia gótica. No obstante lo que si nos parece más interesante, es una representación de un escudo romboidal, ubicado precisamente en el ayuntamiento medieval, justo en el ventanal de la calle mayor, y donde “casualmente” se representa uno de los dos cuarteles del escudo de Vinaròs (concretamente el de su ala). Éste se halla esculpido, y a tenor de la ejecución de la obra, bien podría datar de la primera mitad del siglo XV. Esto nos obliga a reflexionar acerca de si pudo hacer alusión a las “antiguas armas de la villa”, o de un linaje, de las que a posteriori pudo derivar nuestro blasón municipal. Y digo intencionadamente “derivaría”, por el hecho de que la heráldica cambia, evoluciona y se adapta a los tiempos, de ahí que los diferentes linajes que portaban sus blasones fueran incorporando elementos que los variasen, pues podían ser alusivos a otras familias con las que habían entroncado, ramas de las que pretendían distinguirse, o incluso leyendas locales que los acompañasen. Precisamente el linaje de los Alòs de Berga tiene por armas un ala solitaria, aunque no serán precisamente los únicos que emplearán este icono como distintivo personal, de ahí que resulte imposible establecer conclusiones esclarecedoras.

Pero, ¿Qué hay de cierto sobre la relación de los Alòs y el entorno de Vinaròs?, sabemos que el linaje de los Alòs estuvo presente en nuestra área de influencia, y eso lo respalda la documentación. José Antonio Gómez Sanjuán y su hijo Alfredo Gómez Acebes comentan en su obra (Els Alòs: l’escut i la fundació de Vinaròs, 2011, 25) que ya existen referencias de esta familia en nuestro territorio. Por ejemplo en un documento datado a 18 de octubre de 1148, durante el asedio de Tortosa se menciona a uno de los caballeros participantes y que lleva por nombre Bertrán d’Alòs. Igualmente el 29 de abril de 1182 el canónigo de la catedral de Tortosa es Guillem d’Alòs. Esto no confirma nada, pero nos indica que los Alòs nunca anduvieron lejos de Vinaròs desde momentos previos a la reconquista. Recordemos que esta franja era la marca meridional cristiana donde se concentraron las fuerzas que pasaron a tomar parte activa en la creación del Regne de València, e inmediata toma de Peníscola con sus alquerías adyacentes -entre las que estaba el actual Vinaròs-.

¿Qué es entonces lo que tanto ha desacreditado la relación entre los Alòs y el escudo para algunos historiadores?, primeramente la falta de un documento u otro elemento que certifique de forma fehaciente y literal que los Alòs fueron la familia que toma o se asienta en un periodo de la reconquista en Vinaròs, cosa que como bien sabemos es muy difícil que algún día se llegue a producir, ¡ojalá…!

Y la segunda razón, es que sólo se conoce hasta la fecha una única fuente en la que se cita la relación de los Alòs y Vinaròs, ¿y dónde es?, pues en las trovas de Mossén Jaume Febrer, las cuales ya desde sus inicios fueron tildadas de apócrifas…, aunque sobre esta cuestión podríamos dedicar muchos escritos, argumentando que una parte de las mismas guardan un razonable fundamento histórico. Un tema de notable interés que viene debatiéndose desde hace siglos, pero que como no viene al caso tampoco vamos a profundizar en este artículo.

De todo esto que redacto, lo que sí cada vez tengo más claro, es que existe una confusión esparcida en nuestro municipio (y probablemente arraigada desde hace muchos siglos atrás), entre el origen del topónimo y el escudo de Vinaròs, que no entiendo cómo pudo generarse (ya que son temas absolutamente diferentes), a menos que alguien quisiera conectar y unificar ambas cosas en una misma historia. Si ello fuese así, surge el interrogante de si esto se produce tras la publicación de la referida obra de Mossén Jaume Febrer (atribuida a Onofre Esquerdo) *1, puesto que se pretendió establecer un paralelismo entre la etimología de Vinaròs, con la supuesta concesión de unas viñas a un miembro de los Alòs (que dejó ese escudo), o ya como segunda posibilidad, que  directamente estuviésemos ante una tradición local que viene existiendo desde tiempo atrás a esas fechas, debido a diversos matices que queríamos resaltar.

Dependiendo de cómo se desarrollaran los acontecimientos, la cosa cambia mucho, ya que en el primer escenario nos encontraríamos ante un intento fallido de reconectar elementos que nada tienen que ver entre sí, y por lo tanto, defender que los Alòs dan pie a nuestro nombre municipal y su escudo (lo cual desde el punto de vista toponímico es poco sostenible, pues como decíamos la etimología de Vinaròs parece ser de origen bereber).

Pero, ¿y de ser la segunda posibilidad cierta?

Es entonces cuando cambian las tornas, pues veríamos que las trovas simplemente lo que harían es recopilar una historia que ya desde tiempo atrás se iba relatando. Y es que si partimos de este escenario alternativo, se nos presentan algunos elementos que refuerzan esta hipótesis, como que la aparición de los Alòs en Vinaròs, es anterior a la historia de Mossén Jaume Febrer, siempre y cuando las pinturas aparecidas de la casa de la villa, fueran previas a su obra, ya que entonces, la “Vinya d'Alòs” es una historia anterior. Además, nos parece mucha casualidad que el escudo externo del antiguo ayuntamiento, tenga precisamente como emblema un ala, casualmente el mismo icono que tienen en común las diferentes ramas de los Alòs, pues bien pudo ser esa la forma originaria que adoptó el blasón del linaje en el medievo, tal y como nos hace pensar la lógica evolutiva de la heráldica, antes de que se le añadieran otros cuarteles, y en los que cabría la posibilidad de que ese fuese una cepa o vid, como resultado de ese intento de entremezclar una parte de la realidad (la presencia de los Alòs en la reconquista), con un suceso inventando, pero que semánticamente le da juego (la viña que tanto se parecía al inicio de la palabra Vina-ròs), fruto de la tradición local que venía existiendo.

Si a ello le sumamos que durante la reconquista bajan hasta nuestra tierra numerosos caballeros (en cifra considerable de origen catalán), y que los mismo Alòs ya están circulando por nuestra tierra desde momentos previos a la reconquista, todo nos lleva a pensar que no iríamos muy desencaminados en creer que la segunda hipótesis sería la más correcta.

¿Qué significaría todo esto?, pues como hipótesis de trabajo, pensamos que los Alòs anduvieron por estas tierras, y en algún momento del inicio del proceso reconquistador dejarían su huella en Vinaròs, sin necesidad de que se les concediera ninguna viña, ni que su apellido pasara a fosilizarse o formar parte de la etimología municipal, pudiendo simplemente haber tomado parte de la reconquista, tal y como hizo en su día Bertrán de Alòs y otros tantos linajes catalanes, que escasamente un siglo antes, igualmente participaron en el asalto a la ciudad de Tortosa. Fenómeno que les serviría a través de las concesiones propias de la época, el control de este lugar, pero como decimos, jamás para darle su nombre, pues este ya podía venir existiendo desde los anteriores bereberes.

Llegados a este punto, pensamos que el motivo que ha generado esa confusión pudo tener su germen a raíz del siglo XVII, momento en el que se publican las trovas, y justo cuando alguien pretendió enlazar en una misma historia todo. Algo muy sencillo teniendo en cuenta que el argumento se presta bastante, ya que Vinaròs desde tiempos remotos estaba repleta de viñedos, tal y como corroboran las excavaciones del poblado íbero del Puig de la Misericòrdia. Además, muchas tradiciones locales o leyendas, siempre pueden guardar algún nexo con fenómenos procedentes de la realidad histórica, y de ser así, ante las evidencias expuestas, no sería descabellado pensar que la gente de los primeros siglos eran auténticos conocedores de la presencia de los Alòs, tal y como podría intuirse por las armas presentes en el ventanal del ayuntamiento medieval (labradas presumiblemente durante el siglo XV). De ahí que interactuando hechos falsos y auténticos, se construyera una tradición, en la que se pretendió englobar una misma raíz toponímica y heráldica.

Nosotros creemos en esa posibilidad, ya que desde la misma se sintetiza todo lo que hemos expuesto en el presente artículo. Pues una cosa es hablar de toponimia bereber, y otra de un linaje catalán asentado en un momento concreto de la reconquista, que manifiesta su presencia a través de algo tan propio de la época como su escudo, y sobre el que luego se generaría una historia, entremezclada con la tradición local, que acabaría siendo el germen del blasón municipal, y consecuente confusa raíz etimológica. 

David Gómez de Mora

Notas:
*1: http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=esquerdo-sapena-onofre



davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).